Quieres que te cuenta un secreto?

viernes, 10 de junio de 2011

Biografia de una alcoholica


Era el cumple de una amiga y nos fuimos todos previando en un bus. Fue increible!! Todos bailabamos y tomabamos en el segundo piso de un bus en movimiento.
Estuvo tan bueno que la mitad no sobrevivió a la travesia. Cuando llegamos al bar donde efectibamente tenia que ser la fiesta, ya muchos estaban tan sampados que se regresaron a sus casas.
Quedamos los que quedamos! Pedimos ron y como si la hora de juerga en movimiento hubiera sido poco, tomamos como desquiciados. Yo estaba orgullosa de seguir parada, mientras muchas de mis amigas ya habian sacado bandera bñlanca, yo seguia tomando con los chicos de mi promo.
Nos quedamos asi tomando y tomando como si el trago no emborrachara. Por alguna razón yo seguia super bien despues de las horribles cantidades de trago que inconscientemente habia bebido. 
Pero el efecto no se hizo esperar mucho más.
Cuando me levanté de mi sitio y quise subir a la terraza, sentí que todo me bailaba. El suelo, las gradas y yo dabamos vueltas, todos en direcciones diferentes y sentía que se me doblaban los ojos solo de verlo.
Subí las gradas con dificultad de viejita y cuando llegué arriba era la abuela completa.
Me senté en una silla y sentí que ahora si me había sentado en un juego mecanico. Todo ya estaba  jirando como si yo fuera la maroma de un malavarista y no supe que hacer cuando vino la dueña del santo a presentarme a otros de sus amigos que acababan de llegar.
No sé con que cara los miré o que hice, porque ni recuerdo sus nombres. Pero fuentes ajenas a mi conciencia me contaron que efectivamente me caí de la silla tratando de acercarme a un chico.
Supongo que mi nervio antiverguenzas bloqueó todos esos recuerdos horribles. Porque despues de caerme ensima del chico desconocido terminé causando mil estragos más, hasta que me quedé dormida sobre el hombro de alguien, el cual deje todo mojado y baboso.
Lo peor es que al final todos mis amigos se pasaron hechandose la responsabilidad de llevarme y ninguno regresó a casa conmigo. Terminé en el carro de el amigo de el hermano de un amigo mio, quien me llevó a mi casa, preguntando a los wachimanes si algunos reconocia al bulto. 
Porfin el cuidante de mi cuadra me reconocio y les indicó mi casa. Me apoyaron contra la puerta, tocaron el timbre y cuando oyeron los gritos de mi madre se fueron corriendo. 
Esa mañana despertina me dijeron mi vida de comienzo a fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario