Vegetales en el desayuno.

Decidí cambiar. No fue una decisión que tomé de la noche a la mañana; o tal vez sí...
Todo comenzó cuando en una amena conversación con mi mejor amigo tomó protagonismo una historia espantosa que no quería volver a oír.
Mauricio me contó que había pasado un día increíble con su amigo y "Wolf" su siberiano, cuando tuvieron la ingeniosa idea de alimentarlo de una manera no muy convencional. Compraron un conejito en una tienda de mascotas y le pusieron nombre: El señor Otto. Y se lo "regalaron" a Wolf para que "jugara", eso fue lo que dijo Mauricio. Lo que siguió a la escena del perro y el conejo en el jardín fue una enajenada escena de persecución seguida por un sangriento y definitivo final que acabó con la vida de aquel pequeñito ser que no tuvo nunca la culpa de caer en las manos equivocadas. Yo nunca conocí al señor Otto, pero bastó con oír con esa historia para imaginarmelo todo. Su miedo y su desesperación al verse sin salida, sus saltos agitados, sus movimientos frenéticos y su corazón latiendo loco sobre su pecho luchando por su vida hasta detenerse los sentía en mi cuerpo y a él lo vi en mi mente.
No pude ayudarlo. No pude salvarlo de ese injusto final que le acarreó el destino. Ese conejito criado en cautiverio para ser adoptado y querido en una familia nunca se imaginó terminar así.
Yo adoro a Mauricio, nos contamos todo, pero verlo así cegado... creyendo que esa atrocidad era una broma no me dejó dormir. Abracé a mi gato y unas lagrimas cayeron por mi mejilla pensando que pudo ser él aquel animalito.
No fue la intención de Mauricio pero lo que hizo me afectó tremendamente. Me sentía horrible y no pude dormir. Recordaba como incluso me dijo frescaso que era lo mismo comer carne de animales porque igual los mataban de maneras horribles y eso me torturaba. Yo también como carne por supuesto. Esos animales también sufren. Pero por otro lado nada se comparaba a lo que Mau había hecho. Ese conejo no estaba en un estado natural, no tenía posibilidad alguna de salvarse y había muerto masacrado y sufriendo. "Si hasta se divirtió..." fue lo que dijo. Pero yo no pude creerle nada. Me sentía triste, confundida y completamente decepcionada. No es justo matar por placer y yo ya no sabía si Mau lo había hecho por divertirse con Enrique o realmente por alimentar al perro. De cualquier manera ninguna era válida.
En un punto me metí como nunca a la cama de mi hermana mayor y le dije que no podía dormir. Ella me abrazó y me hizo sentir mejor. Fue esa noche que decidí cambiar mi estilo de vida y -literalmente de la noche a la mañana- me he vuelto vegetariana.
Sé que es una decisión seria pero estoy segura que la he pensado bien. Recuerdo cuanto dolor me produjo ver a mi perrita morir, no se lo deseo a nadie. Ningún ser sintiente quisiera ver a su familia masacrada. Creo que los animales nos ayudan a vivir mejor y son merecedores de nuestro cariño y respeto. No tenemos porqué explotarlos, estoy segura. Solo un insensible dañaría a un animal indefenso porque ningún animal merece morir por el placer de un paladar. No es correcto, nadie debería ganarse la vida matando, porque sean lo que sean todos los seres con sistema nervioso sentimos dolor y sufrimos. Criar animales para matarlos nos hace daño y no está bien. Descubrí que una dieta vegetariana contrarresta las enfermedades del corazón, además evita el colesterol y el estreñimiento. Sin mencionar que la proteina de origen animal no es sana, es la principal causa de descalcificación y como si fuera poco los nitratos que le ponen a la carne son cancerígenos.
Porque seguir haciéndolo entonces.
Hoy ha sido mi primer día como vegetariana y aunque mucha gente no tiene fe en mi. Yo si la tengo. Hoy cambié por los que quiero.