Yo y Andrés, mi enamorado, éramos muy felices. Nuestra relación ya estaba por alcanzar los tres anos. Me acuerdo el día en el que vino Andrés a mi casa, muy angustiado, y me dijo que a su papa le habían ofrecido un trabajo muy bueno en Australia, por lo que él y todo su familia se iba a tener que mudar; me acuerdo todo como si hubiera sido ayer. Al comienzo pensé que era el fin del mundo, pero poco a comprendí que ya todo estaba fuera de mis manos. Yo no podía dejar a Andrés ni el tampoco a mí, así que tratamos de mantener una relación a larga distancia.
Los días pasaban, y yo me sentía muy sola sin su compañía, lo extrañaba tanto. Hablábamos todos los días, eso me tranquilizaba un poco. Mi mama me prometió regalarme un pasaje por mi santo y otro si salía tercio superior en la universidad, el también iba a venir por navidad y otras fechas para visitar a su familia.
Poco a poco la relación se fue enfriando, ya no me llamaba todos los días como antes, no entendía que estaba sucediendo. Una noche, me llamo y me hablo muy serio, me dijo que era muy difícil mantener una relación a tanta distancia, y que el ya no sentía lo mismo por mí. Cuando escuche esas palabras, sentí que me moría, que la vida ya no tenía el mismo sentido. Hasta el día de hoy, ya no sé nada de él, han pasado tres anos y parece que se lo hubiera tragado la tierra. Ahora solo recuerdo todo esto como un bonito recuerdo que se va quedar grabado en mi corazón por siempre.
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